Por Aideé Granados
Unos días atrás había recibido la noticia de que tenía cáncer y comenzaría quimioterapias de inmediato. Por supuesto, uno nunca está preparado para este tipo de noticias. Sin embargo, traté de “prepararme” lo mas posible. Y uno de los pasos que tenía que dar era cortarme el pelo.
Tenía el pelo ni muy largo, ni muy corto. Pero suficientemente largo como para hacerme una coleta o una trenza mediana. Nunca me había cortado el pelo como “hombre”. Para mi, hacer esto era “un paso mas” para prepararme para las quimios. Aunque me ponía nerviosa, era algo “mínimo” comparado con otros pasos que vendrían en el camino. Estaba lista.
Cuando llegué al salón le expliqué a la señorita que me quería cortar el pelo tan chiquito como un hombre. Le dije de mis tratamientos y que no quería que se me empezara a caer el pelo teniéndolo largo (pensé que sería mejor tenerlo cortito, mas práctico a la hora que lo perdiera por completo y menos doloroso).
La señorita me escuchó con total paciencia. La señorita pudo haber agarrado la rasuradora eléctrica, y cortarme el pelo con un “número” decente, nomás para no quedar como recién salida de la cárcel. Finalmente, al cabo de 2 semanas, lo iba a perder TODO. No iba a haber mas pelo sobre mi cabeza.
Sin embargo, en lugar de esto, sacó revistas y fotografías de artistas muy guapas con el pelo corto. Y me estuvo diciendo qué corte ella creía que me iba mejor con mi cara y facciones. Y con mi tipo de pelo. Escogimos a Halle Berry. Y pasó mas de una hora cortándome el pelo para verme como esta actriz.
Yo fui por un vil corte de pelo…y salí convertida en una modelo (¡justo cuando mas necesitaba fortalecer mi espíritu!). Esta señorita supo darme lo que yo realmente deseaba: un momento de alegría, seguridad, verme bonita, verme bien, sentirme bien.
El shock de pasar de mi cabello largo a corto no fue tan traumático como pensé. De hecho, ¡me gustó! Tanto, que hoy continuo con un corte de pelo cortito…Y así me quedaré por un tiempo.
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